2 ene 2024

Morongo, un hijo de la tierra

Antonio Quevedo Navarro "Morongo". Foto: Bea Mata

Rumén Sosa. "Cuando escribas sobre mí no me pongas como un pastorcillo bucólico, ponme como un pastor peleón, como un luchador". Así me pidió que escribiera sobre él Antonio J. Quevedo Navarro “Morongo” (1960-2014) pero no hizo falta pues así fue.

Aunque nos dejó físicamente hace justo una década, su recuerdo está muy vivo en su entorno más cercano. Son inolvidables esas largas conversas, su entusiasmo y vehemencia en defensa de lo nuestro. Admito que sólo ahora, con cierta distancia temporal, me sentí preparado para escribir estas líneas basadas en una experiencia personal que siento compartida con buenos amigos y amigas. 

Un compromiso en la praxis

Su crítica a lo que denominaba con sorna “teóricos retóricos”, es decir, aquellas personas que su discurso político no iba en consonancia con su práctica, contrastaba con sus principios que también fueron su modo de vida. Natural de Teror (Gran Canaria), Morongo transitó múltiples veredas vitales, unas más afortunadas que otras. Su amor por la tierra le llevó a estudiar ingeniería agrícola y acabar retomando la profesión de su abuelo; la ganadería. Trabajó en repoblaciones forestales, fue marchante, agricultor, docente y pastor. Su pasión por el mundo agrícola y ganadero también incluía su interés por la cultura tradicional y su herencia amazigh lo que explica su colaboración activa con trabajos de campo relacionados con la arqueología y etnografía. 


Su sensibilidad por su país le llevó a implicarse desde muy joven políticamente militando en partidos como el Congreso Nacional de Canarias (CNC) o más recientemente en Alternativa Nacionalista Canaria (ANC). También mostró su interés por la política internacional, especialmente por los movimientos indigenistas participando en un encuentro internacional en Chiapas (México) donde conoció personalmente al Subcomandante Marcos de la Guerrilla Zapatista con el que habló sobre Canarias y su pueblo.

Al mismo tiempo, participó en el movimiento ecologista y en la defensa del sector primario como lo fue en la lucha contra el proyecto del Parque Nacional del Nublo que pretendía expulsar a la población de la cumbre, así como en la defensa de la montaña de Tindaya, contra construcción de las Macrocárcel en Gran Canaria o las prospecciones petrolíferas. 


"Antonio Morongo asumía con orgullo su condición de maúro, mago, guanche y amazigh."
En el ámbito de la cultura fue miembro de la Asociación Solidaridad Canaria y fundador de la Asociación Cultural Tayda de Teror. Antonio se consideraba canario y no español, era un patriota convencido. Asumía con orgullo su condición de maúro, mago, guanche y amazigh. En el año 2008 fue homenajeado por su defensa de la canariedad en el Beñesmer de Gáldar donde dió un breve discurso

Extraemos un fragmento del mismo que consideramos representativo de su pensamiento: “Dirán que somos unos románticos, unos folklóricos, unos idealistas, que estamos pensando en unos proyectos inalcanzables; (…) pero desde la cultura, desde nuestra identidad como pueblo amazigh y africano se va ganando, día a día, al colonialismo español, al colonialismo europeo, al neoliberalismo, se les va ganando la batalla”. 

 Conversas en El Chorrito 

El verseador Yeray Rodríguez conversando con Antonio Morongo en la Ruta Bentejuí del 2009. Foto: Rumén Sosa.

"Criticaba a las instituciones y clase política por su desprecio al sector primario" 
Antonio Morongo fue una persona cercana, amante de la buena conversa sobre los campos que le apasionaban. Fue un ‘sabio de la tierra’ no sólo por su formación profesional sino, como le gustaba recalcar, por lo que le transmitió su abuelo y toda esa gente mayor del campo con la que se había criado. 

Era habitual su participación en actos culturales de Gran Canaria como la Ruta Bentejuí o el Beñesmer dónde sus intervenciones públicas en defensa del sector primario y en particular el pastoreo tradicional fueron habituales. Morongo criticaba con vehemencia a las instituciones y clase política por su desprecio al sector primario.  Además siempre alertó de la pérdida de terrenos fértiles de alto valor agrícola por la construcción de grandes infraestructuras. También le preocupaba la aculturación de nuestro pueblo insistiendo en los peligros del modelo económico del turismo de masas que padecemos. Todo ello lo consideraba consecuencia de la vigencia del colonialismo en el país considerando como única solución un proceso de descolonización que dotara a Canarias de un estado propio soberano e independiente. 

 En estos eventos lo conocimos un grupo de pibitos interesados por nuestra cultura ancestral, su cercanía y ganas de compartir conocimientos se hizo patente en la amistad de unos pibes que lo visitaríamos habitualmente para aprender, debatir y reflexionar en torno a su quehacer diario de la elaboración de quesos. Tardes enteras hablando de cultura, historia, tradiciones, dialecto, ganadería, agricultura, naturaleza o política mientras degustábamos unos enyesques. Con gran generosidad, convirtió su casa del Chorrito (Teror), en un punto de encuentro de gente diversa interesada por la cultura canaria de raíz.
"Morongo fue un ‘sabio de la tierra’ no sólo por su formación sino por lo que le transmitió su abuelo y la gente mayor del campo."

Morongo en su labor docente en un huerto escolar. Foto: Conchi Rodríguez.

 En esas conversaciones Morongo evocaba su primera participación en trabajos etnográficos cuando fue alumno del entrañable Talio Noda en Teror y este le encargó un trabajo sobre los antiguos bailes de taifas. Siempre dispuesto a transmitir conocimientos, se ofreció siempre a saciar nuestro interés llevándonos a presenciar la ancestral tradición del Rancho de Ánimas de Arbejales así como resolviendo nuestras dudas sobre aspectos etnográficos para trabajos universitarios, buscando informantes para encuestas...etc. 

Recuerdo especialmente la paciencia que tenía ante mis habituales preguntas sobre el léxico canario, especialmente el del sustrato amazigh y ganadero: jaira, gánigo, beletén, tabefe, tafor... Del mismo modo, nos motivó a indagar por nosotros mismos en la cultura tradicional, la agricultura y la ganadería. Es por ello por lo que también se convirtió en un referente para varios amigos interesados en el sector primario  y en volver al campo. Y es que para Antonio una de sus grandes preocupaciones era el abandono del campo por parte de los jóvenes y las consecuencias de una dependencia alimentaria cada vez mayor. 

Con respecto a su conciencia identitaria más profunda, nos la explicó en algunas ocasiones reconociendo que cuando eran pibes no sabían “casi nada de los guanches” puesto que la realidad canaria estaba excluida del sistema educativo franquista. Con todo, su curiosidad y sensibilidad con la cultura popular le hizo asumir con entusiasmo su canariedad. No fue hasta la irrupción del movimiento independentista de carácter indigenista y africanista a finales de los setenta, que comenzó a leer y aprender sobre sus orígenes. Consideraba que conocer la existencia del mundo amazigh en África fue como el rencuentro con una madre de  una canariedad aplastada por siglos de colonialismo. Es por ello que a través de Solidaridad Canaria llegó a participar en eventos internacionales del Movimiento Amazigh junto al recién fallecido Jaime Saenz.
"La existencia del mundo amazigh en África fue como el rencuentro con una madre de una canariedad aplastada por siglos de colonialismo."
Como era habitual, Antonio Morongo participaba en la Romería de su pueblo Teror.
Foto: Manu C. Arencibia

10 años sin Morongo 

Para el que escribe estas letras, Antonio Morongo no sólo fue un amigo, sino uno de tantos canarios y canarias anónimos y sencillos que, aún siendo minoría, más allá de las palabras viven su cultura día a día dándole vida. En esas largas tardes nos hablaba de esos maúros y maúras, de esa gente humilde del campo que luchaba para sobrevivir con dignidad y felicidad, pero también de sus defectos humanos y como gente no ilustrada, pero que también era educada e inteligente. Una mayoría social que mantuvo viva toda una cultura. 

"Concienciar al pueblo es como las repoblaciones, a veces plantas diez pinos de los que pegan solo tres, pero esos tres hacen bosque" solía decir. Tras una década, podemos decir que lo que plantó en terreno pedregoso regado con tanto optimismo brotó, cumpliendo sin querer el rol del amusnaw o ‘sabio trasmisor de la cultura’ en la tradición amazigh. Nunca entendimos el significado real del nombrete ‘Morongo’, aunque, según sus propias palabras, significaba ‘hijo de la tierra’ y para nosotros y nosotras sin duda lo fue. 

 Tanemmirt Morongo, tu gente no te olvida. 
ⵜⴰⵏⵎⵎⵉⵔⵜ ⵎⵓⵔⵓⵏⴳⵓ

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