29 jul 2025

Bentor, el último mencey guanche

Monumento a Bentor. Foto: Crónicas portuenses.

IZURAN/Rumén Sosa. Bentor, Ventor o Bentorey fue el último mencey (rey) de Taoro y de Tenerife antes de ser la isla conquistada. Su recuerdo perduró puesto que prefirió quitarse la vida derriscándose que rendirse ante los conquistadores castellanos. 

 Ventor era hijo de Benitomo de Taoro, el mencey más poderoso de la isla de Achineche. Este mencey fue además el principal líder de la resistencia guanche a la conquista castellana conocida como “bandos de guerra”, una coalición de menceyatos o reinos del norte de la isla que rechazaron pactar con los invasores. Por lo tanto, Bentor fue descendiente del primer rey de la isla conocido como Tinerfe en Grande. 

Panorámica del Valle de Taoro con Tigaiga al fondo y el Teide en lo alto en la primera mitad del siglo XX.

Bentor participó con su padre en las batallas en defensa de su patria frente a los conquistadores. Tras la muerte de su padre en la Batalla de Aguere (La Laguna) en noviembre de 1495, Bentor sería elegido por los guanches de Taoro como su sucesor, liderando también los bandos de guerra. Tras ello, el capitán castellano de la conquista Alonso Fernández de Lugo envió como emisario a Tenesor Semidan (Fernando Guanarteme) a pactar con Bentor con la intención de que se rindiera y se convirtiera al cristianismo. Por ello sabemos que el rey grancanario sabía la lengua guanche, es decir, la variedad amazige de Tenerife. La respuesta del último mencey fue negativa siendo transmitida por el Guanarteme a los conquistadores. 

el Adelantado (…) mandó ir á el dicho guadnarteme á el Rey Ventor hijo del rey Venitomo, á le requerir que se diese é tornase cristiano (…) y le fabló, porque sabía la lengua de guanches, é volvió (…) diciendo que el dicho Rey Ventor no se quería dar

                                                                            Trejo y Carvajal (1891 [1526]), p. 215.


En la segunda batalla de Acentejo en diciembre de 1495, los guanches que resistían liderados por Bentor, fueron derrotados por los conquistadores. Como consecuencia, Bentor se retira con sus guerreros hacia los riscos de Tigayga, en el extremo occidental de Taoro donde acabaría con su vida derriscándose antes de entregarse. Tras estos hechos, la resistencia guanche se desmorona culminando en la rendición de los menceyes de los bandos de guerra en el acto de sumisión la conocido como la Paz de Los Realejos. Así se daría por finalizada la conquista castellana de Tenerife y de toda Canarias en julio de 1496. 

"Derriscándose prefirió la muerte a someterse a los conquistadores castellanos"

Significado del nombre

En las fuentes documentales se denomina al último mencey como Bentor, Ventor o Benteorey. Para Reyes García, este antropónimo procede de la raíz amazige B-N-T-R que se concreta en el término ăbəntər ‘hecho de ser derribado (por un golpe) (persona o animal) y reconstruye el término como Bəntər que significaría de modo figurado ‘despeñado’. Nosotros creemos que este antropónimo puede tener relación también con la raíz N-Ḍ-R y con el verbo enḍər o enṭṭər 'saltar' o el nombre anṭṭər ‘hecho de saltar, salto’, por lo que podría traducirse como We-n-nṭṭər ‘el del salto’ (w > /ß/ > b, por consonantización).

Descendencia de Bentor


"Aunque el apellido se perdió, entre los canarios actuales hay descendientes de su linaje."
Al parecer Bentor dejó al menos dos hijos como descendientes; un niño y una niña. Con respecto a su hijo, supuestamente bautizado como Cristobal Hernández, fue esclavizado por Alonso Fernández de Lugo y aunque su hermana lo comprara este acabaría volviéndolo a secuestrar para venderlo a un vecino de La Palma llamado Diego de Llanos. Finalmente, sería liberado en junio de 1521 por Cristóbal Hernández, un guanche que posiblemente fue su tío. 

Su hija fue Ana Gutiérrez, que casaría con Martín de Mena de probable procedencia portuguesa. De este matrimonio, tuvo descendencia que propició que algunos de sus nietos portaran su nombre como Ana Bentor de Mena y Antón de Mena Benchorhe. Aunque este apellido se perdió, entre los canarios actuales existen no pocos descendientes de su linaje. 

Además, algunas familias canarias aún portan el apellido Bencomo por ser descendientes de menceyes guanches que, en su recuerdo, decidieron conservar este apellido del que fue el principal mencey de la isla.

Herencia e influencia en la sociedada canaria

Algunos asistentes al homenaje anual a Bentor este año 2025.

En su breve vida, el hijo del gran Benitomo siguió el ejemplo de su padre. Así, en un suicidio ritual prefirió la muerte a someterse a los conquistadores castellanos. Esto fue importante no sólo por el gesto simbólico en sí mismo que trasciende los siglos, sino porque fue el acontecimiento clave que dió por terminada la conquista europea de la isla y de toda Canarias. Y de la importancia de este hecho debió ser consciente el mismo Bentor en aquel momento.

Al pie de los riscos de Tigaiga donde se derriscó, se fundó el pueblo de Los Realejos donde se establecieron las huestes de Alonso Fernández de Lugo para finalizar la toma del Menceyato de Taoro y de toda la isla. Es allí donde celebró el acto de sumisión de los últimos menceyes de los bandos de guerra a Castilla conocida como la Paz de Los Realejos. Así se fundó esta localidad tinerfeña sin ser casualidad que su santo patrón católico fuera Santiago Apóstol, principal figura católica invocada por los castellanos en sus conquistas contra los pueblos no cristianos.

Tras siglos de olvido, en la segunda mitad del siglo XX, se empieza a recuperar y valorar la Historia de Canarias y a recordar a los guanches y sus personalidades más destacadas. Coincidiendo con el quinto centenario de su muerte en julio de 1996, se erigió un monumento en el Mirador del Lance, en los riscos de Tigaiga, en recuerdo a Bentor de Carmen Luis León que intenta representar el dramatismo del momento. Cada año, en el último domingo de julio se realiza un acto en homenaje al último mencey que parte de la Plaza de Tigaiga y se camina hasta el Lance tocando un tajaraste. A los pies del monumento, se suele hablar de Bentor y homenajear a alguien que haya destacado por su labor en defensa de la cultura canaria. Por último, suele haber exhibiciones de juego del palo canario.

Por último, cabe destacar que hay familias canarias que han decidido poner a sus hijos varones su nombre, por lo que ya hay niños y jóvenes canarios que portan orgullosos el nombre de Bentor, el mejor homenaje al último mencey guanche

REFERENCIAS 

  • La familia del rey Bentor. Leopoldo de la Rosa (1977) 
  • Ascendencia guanche: los Mena de Tenerife y Gran Canaria. Faneque Hernández y J.R. García Torres (2013) 
  • Los límites del Menceyato de Taoro. 
  • Diccionario ínsuloamazique. I. Reyes García. 
  • Dictionnaire Berbère tachelhiyt – français. H. Stroomer


24 jul 2025

La higuera en la cultura amazige continental

Foto: Film Sous de figues.

IẒUṚAN/Rumén Sosa. En casi todos los pueblos norteafricanos la tazart ⵜⴰⵣⴰⵔⵜ (higuera en amazigh) o karmous (en árabe) es el árbol frutal más estrechamente asociado a la vida rural, incluso más arraigado que el propio olivo o almendrero. 

Se extiende por casi toda África del Norte, especialmente en las regiones mediterráneas y atlánticas. Así lo encontramos desde la región del Sus (vecino sur de Marruecos) hasta el extremo oriental de Tripolitania (Libia); desde la rivera mediterránea hasta en oasis del Sahara Central. Sin embargo, en cada parte su cultivo y producción suele presentar variaciones dependiendo de las zonas. Las regiones de mayor concentración y producción son las más húmedas y mediterráneas: el Rif occidental (norte de Marruecos), Cabilia (norte de Argelia), los valles del Aurés (Argelia) y el nordeste tunecino.  

La higuera en el imaginario amazige continental

Se encuentran higueras salvajes incluso en zonas limítrofes con el desierto del Sáhara.

No conocemos grandes estudios sobre los usos, prácticas y creencias en torno a la higuera en el conjunto de pueblos amaziges pero sí contamos con algunas indagaciones en la región de Cabilia (norte de Argelia) y Jebala (Rif, norte de Marruecos, que aunque hoy sea mayoritariamente abrabo parlante se trata de un territorio de profundo arraigo bereber). 

La higuera es valorada y ocupa un lugar intermedio entre el ser humano y las fuerzas divinas por lo que es habitual encontrar al menos un ejemplar próximo a una casa rural que tenga tierras. Es considerado un árbol generoso y protector pero también frágil y sensible.  Al ser sus ramas flexibles y frágiles pero generosa en frutos, se asocia a la virtud de la mujer joven; el himen es frágil y necesita ser bien conservado por el árbol (la chica joven) y su propietario (sus padres). 

Para reforzar la protección del fruto, en la región Mtioua de Taounate se considera que el higo es solo generoso con su dueño por lo que cuando alguien los roba y mezcla con los suyos puede maldecir la cosecha del siguiente año o generar enfermedades incurables en la familia.  Su importancia es tal que cada nuevo hogar intenta plantar una higuera en su jardín con el objetivo de perpetuar la raíz (en referencia al origen), es decir, enraizar firmemente el vínculo perpetuo con la familia y seguir beneficiándose de este árbol protector. 

Para los gomeros (ghommara) del Rif y otros habitantes de Djebala, es un árbol que puede alejar los rayos del hogar y todo tipo de fuerzas dañinas para la familia, siendo mágico para fertilizar las plantas, curar sus enfermedades o ahuyentar a las pulgas.  

El higo, más que un fruto para los amaziges

Higos en las montañas del Aures (Argelia). Hocine Ammari

Con respecto a los higos pasados, estos constituyen la principal ración alimentaria para los pastores, agricultores y otras personas que pasen el día fuera de la casa. Del mismo modo que en Canarias, el higo pasado constituye un complemento alimenticio de gran valor que puede conservarse en el tiempo. Como documentan las crónicas isleñas, es también tradicional en el continente, al menos en la región de Sus, conservarlos aplastados y unidos por un hilo (takurrut).


 PARALELISMO CON CANARIAS:

Como señaló Ahmed Sabir, en la región del Sus (sur de Marruecos) la conservación del higo (tazart, abuzzig o aqurru) se basa en `pasarlo al sol y su posterior prensa y aplastamiento. Posteriormente, se ensartan en finas cuerdas de hojas de palma conservándose así colgados de algún gancho (takurrut). Actualmente, estos higos pasados ensartados se encuentran en los zocos de Marruecos pero en vez de con cuerdas de hojas de palma con hilos de naylon. Esta práctica tradicional también se documenta en Gran Canaria: 

"(Los higos) Era principal mantenimiento de toda la isla. Guardábanlo todo el año; echábanlos a pasar en esteras de junco, y guardábanlos después de pasados en grandes esportonoes como seras, que llamaban carianas; después los prensaban y hacian llanos, y los ensartaban en juncos y los colgaban y los guardaban."

                                                                                    J. Abreu Galindo (1590)


Higos pasados y aplastados, forma tradicional de conservación.

El hecho de que el higo incluya en su interior numerosos granos, al igual que la granada, evoca una imagen asociada a la fertilidad y benevolencia. Por ejemplo, en algunas regiones como el Rif occidental, las mujeres que desean tener hijos toman en su desayuno un higo creyendo que uno de sus granos machos podrían ser capaz de fecundarla y acabar con su esterilidad. Incluso, en ciertas regiones el higo es sinónimo de testículos.  

Esta consideración sobre el higuera en el imaginario se llega a concretar tradicionalmente en algunos ritos. Por ejemplo, en algunas zonas se enterraba al pie de la higuera la placenta de la mujer que ha dado a luz con el fin de tener abundante leche para que el recién nacido y que sea fuerte y vigoroso. Esta idea se origina debido a la asociación que se produce con la leche producida por los higos antes de madurar y su leche materna (las higueras representan una especie de leche, capaz de transferirla generosamente a las mujeres que carecen de leche para sus hijos).  

En algunas poblaciones las hojas de higuera se han usado como medio para la adivinación escribiendo peticiones en ellas; se secan rápido es mal augurio siendo buena señal si se conserva fresca. Finalmente, es a la sombra de esta misma higuera donde al recién nacido se le afeita por primera vez la cabeza y se le cortan las uñas, antes de enterrarlo todo al pie del árbol. Estas prácticas rituales se heredan y hacen que el árbol pertenezca así a toda la familia.  

Por todo ello, en el derecho consuetudinario está prohibido arrancar o talar higueras bajo la pena de la obligación de plantar una en el mismo lugar. 

Elaboración propia.

 Conclusiones; concepciones Canarias y el Continente. 

 La cultura amazige continental en algunas regiones ha conservado elementos de carácter presuntamente animista en torno a este frutal ¿podría ayudarnola etapa precolonial de Canarias? ¿la concepción más positiva de la higuera en el continente y negativa en las islas tiene que ver con las religiones actualmente hegemónicas en ambas orillas?

 Como se sabe, la higuera tuvo un carácter sagrado en diversas culturas antiguas como la egipcia donde se le consideraba símbolo de la vida y la muerte así como de la fertilidad. Sus frutos eran ampliamente consumidos en Egipto y se le relacionaba con varias diosas (Isis, Nut...). Para la civilización griega y romana también fue sagrado (Rómulo y Remo fueron amamantados bajo una higuera). Todas estas culturas tienen en común que coexistieron y se relacionaron con los antiguos pueblos amaziges pudiendo influenciarse mutuamente.  

 Si bien la influencia de estas civilizaciones pudo influir en esta percepción, debemos tener en cuenta que la información que tenemos sobre ritos relacionados con la higuera en el continente son raros, y se han encontrado unicamente en regiones montañosas especialmente aisladas donde el higo es la principal producción de frutales. Muchos de estos rituales han caído en el olvido hasta el extremo de que sólo sobreviven en la memoria de gente elevada edad.  

 Con toda probabilidad, entre estas prácticas deber perdurar o perduraron un conjunto de prácticas rituales que hunden sus raíces en las antiguas creencias paganas, ya fueran externas o internas de las antiguas culturas amaziges. Sin embargo, sus persistencias marginales que hoy nos sirven como testimonio también nos explican la dificultad para que estas posibles concepciones y ritos paralelos en Canarias no nos hayan llegado hasta nuestros días.  Queda mucho por investigar.

 REFERENCIAS

- Abreu Galindo, J. (1590). Historia de la conquista de las siete islas de Canaria. Goya Ediociones.

22 jul 2025

Higuera, nuestro frutal por excelencia; Canarias

Higuera en pleno malpaís de Timanfaya, al fondo macizo de los Ajaches
(Yaiza, Tyterogaka). Foto: María Luján.

IẒUṚAN/Rumén Sosa. La higuera (Ficus carica) fue el árbol frutal más importante para los antiguos canarios. Tras la conquista europea, aunque se introdujeron numerosas especies de frutales procedentes de distintos lugares, la higuera no perdió protagonismo: siguió cultivándose y se integró profundamente en la nueva sociedad colonial y en la cultura popular. No obstante, todavía se desconoce con certeza cuál fue su distribución en el conjunto del archipiélago, ya que, por ahora, su presencia solo se ha constatado arqueológicamente en Gran Canaria. 

Origen de la Higuera 

La higuera es uno de los frutales más antiguos de los que se tiene referencia escrita, lo que permite rastrear su presencia y relevancia en las antiguas sociedades de Oriente Próximo, región en la que se sitúa su origen. Desde allí se habría expandido hacia el Mediterráneo, tanto al norte de África como al sur de Europa. Algunos investigadores incluso proponen que pudo ser una de las primeras especies vegetales domesticadas por el ser humano. 

La higuera entre los antiguos canarios 


El cultivo de la higuera en la Canarias precolonial está documentado arqueológicamente, al menos entre los canarios —la población amazige de Gran Canaria—. No obstante, esto no permite descartar su presencia en otras islas del país, a la espera de que futuros trabajos arqueológicos puedan confirmarlo. 

Algunos autores han atribuido la presencia de este cultivo en Gran Canaria a su introducción por parte de los misioneros mallorquines llegados en el siglo XIV. Sin embargo, fuentes anteriores, como la del escritor Giovanni Boccaccio, quien en 1341 narra la expedición del genovés Nicoloso da Recco al archipiélago, ya lo describen con anterioridad. Todo indica, por tanto, que las higueras fueron introducidas desde el vecino norte del continente por las propias poblaciones que arribaron a las islas. 

«Costeando la isla (de Gran Canaria) para dar vuelta a ella, la encontraron mucho mejor cultivada por la parte del norte que por el mediodía. Vieron gran número de casas pequeñas, de higueras y otros árboles: palmas sin fruto, jardines con legumbres. Entonces se decidieron a saltar en tierra... Rotas, en fin, las puertas entraron en la mayor parte de estas habitaciones y no encontraron sino excelentes higos secos conservados en cestas de palma, tales como vemos los de Cesene... La isla les pareció muy poblada y bien cultivada; produce grano, trigo, frutas y principalmente higos...». 

«Cuando se les condujo a bordo (los naturales) comieron pan e higos y dieron a conocer gustarles el pan, aunque nunca lo habían probado; rehusaron absolutamente el vino y no quisieron beber sino agua». 

Como vemos, los higos debieron estar muy presentes en la dieta de los antiguos canarios siendo una fuente relevante de energía y fibra. Además, sabemos que no sólo los consumían frescos pues queda bien atestiguado en las fuentes que sabían tratarlos para consumirlos pasados a través de diversos procedimientos de conservación. El objetivo era tener una fuente de reserva de alimento importante en los meses de invierno: 

«Guardábanlo todo el año; echábanlos a pasar en esteras de junco, y guardábanlos después de pasados en grandes esportones como seras, que llamaban carianas; después los prensaban y hacían llanos, y los ensartaban en juncos y los colgaban y guardaban. Otros los majaban y hacían grandes pellas, y así los guardaban todo el año»
(De Abreu Galindo [1602] 1955). 

Restos arqueológicos de higos hallados en La Fortaleza de Tirajana. Foto: La Fortaleza.

Como explica el mismo cronista, en la Guerra de Canaria (1478-1483) que enfrentó a los canarios frente a Castilla y que culminó con la conquista europea de la isla, una de las estrategias a seguir por los castellanos fue la tala de higuerales y la destrucción de campos de cereales con el fin de provocar el hambre y forzar la rendición

AMAZIGE DE CANARIAS

CASTELLANO

Tazarte (topónimo)

¿Higuera? ¿higos?

Arehormaze

Higo verde

Tehaunenen

Higo maduro, pasado.

Goran

Cerco para proteger higuera

Carianas

Esportón (especie de cesto)


La higuera en la cultura canaria de los últimos siglos 

Campesina herreña en los años 80 del siglo XX, El Pinar. Foto: Rec. Fran.

Adivina:

"Sobre ti me escarrancho, 

ella se balancea, 

yo con el gusto me marcho 

y tu con la leche te quedas."

Solución: La Higuera.

Recogido en El Hierro del sabio Eloy Quintero.


¿Qué significó la higuera en el imaginario y cultura de los antiguos canarios? Desde luego, debió ocupar especial protagonismo pero en las fuentes documentales no se han encontrado referencias al respecto. Sin embargo, en la cultura tradicional canaria sí existen referencias orales que nos hablan de su importancia en el imaginario popular. Al ser un cultivo precolonial podrían haberse transmitido algunas de estas concepciones a la que también pueden haberse sumado ideas provenientes de los antiguos colonos ibéricos, especialmente portugueses, que también estuvieron muy presentes en el sector agrícola.

Lo que sí es seguro es su gran extensión por todo el archipiélago encontrándose en gran cantidad en todas las islas pero muy diseminadas. Evidencia de ello es su amplia presencia en testamentos y documentos de propiedad, siendo además uno de los topónimos más utilizados en el país, siendo difícil encontrar un municipio que no tenga algún lugar que haga referencia a esta especie; La Higuera Canaria (Telde), Higueras de Idafe (El Paso), La Higuera Gomera (Vallehermoso), Higuera de las Ánimas (El Tanque), Barranco de la Higuera (Yaiza)… 

Su gran capacidad de adaptación hizo que, si bien es considerada un frutal de segundo orden, fuera y sea muy apreciado. Su fruto se degustaba tanto fresco como pasado, siendo esta última de gran importancia pues permite disponer de una fuente nutritiva para los momentos más difíciles de disponibilidad alimentaria en los meses de noviembre y diciembre antes de la cosecha de papas inverneras así como los meses de marzo y abril antes de la cosecha de papas veraneras. 

El higo pasado fue algo más que un complemento para la dieta del campesino, sino que para los más pobres se convertían en el conduto, parte principal del almuerzo acompañado de gofio. Además de su fruto, se destaca el uso de sus hojas como un gran forraje o decoración en las fiestas y su látex para ciertos tratamientos.

 “Las hojas de los higos, el que no tiene cabras las regala” 

Agricultor de Las Casas (El Hierro) en Lorenzo Perera (1981)

Higuera herreña. Foto: Cabildo de El Hierro.

Aunque su madera no es tan valorada, ni siquiera como leña, se sabe de su uso para la construcción de instrumentos musicales como castañeta en La Palma o sus raíces para construir con ella la bola del juego de la pina en islas como Fuerteventura. 

Responder de estribillo de romances: 

Castañuela de brevera, toca como otra cualquiera” 

Pérez, 1968. 


Por último, se cultiva en espacios inhóspitos como malpaíses, nateros o lindes de propiedades, siendo muy valorado en las islas más áridas como Fuerteventura y Lanzarote. 

Su arraigo y este aprecio popular puede apreciarse en las numerosas menciones en cantares, refranes, adivinas y usos medicinales así como sobre las ideas asociadas a esta especie. Superstición y ritual sobre la higuera Quizás sea la superstición más popular y se basa en la creencia de que la sombra de la higuera pueden afectar negativamente a la salud de las personas. “La sombra de la higuera mata a cualquiera”. Según esta creencia, esto suele ocurrir en mayo cuando la higuera esta frondosa y acude la gente a coger higos tempranos -y no cuando son higos tardíos-. 

En la mentalidad tradicional del campesinado canario se condiera que al entrar el cuerpo sudoroso da un “mal aire” que puede generar un “paño” (mancha) en el rostro. Sin embargo, también se recoge de la tradición oral, en este caso del pastor tinerfeño Salvador González Alayón, un ritual para contrarrestar este riesgo. Este consiste en en arrancar tres hojas antes de sentarnos a su sombra recitando la frase “Una, dos y tres, sombra negra no me des” tres veces consecutivas, lo cual serían en total nueve hojas. Tras finalizar este rezado estaríamos libres de sufrir el mal aire. 

Sin embargo, esta tradición no es única de nuestro país, también la encontramos en América Latina, la Península Ibérica, algunas islas del Mediterráneo y regiones italianas. Esto nos lleva a preguntarnos sobre si esta percepción negativa pudiera tener un origen religioso de carácter católico. En la segunda parte del artículo exploraremos la cultura de la higuera en el mundo amazige continental en busca de respuestas.

REFERENCIAS