19 jul 2024

La Soga de Tarucho ¿una leyenda guanche?

Montaje de Marcos Reyes Díaz en Patrimonio Lingüístico de Canarias.

IẒUṚAN. El Roque de Tarucho se ubica en el término de Masca en el extremo noroeste de Tenerife, parte del antiguo Menceyato de Daute y del actual Parque Rural de Teno. Esta zona tradicionalmente aislada se caracteriza por los profundos barrancos que la surcan, los impresionantes desniveles y su lejanía de los centros de poder.

Como nos muestra la arqueología, son numerosos los vestigios de la vida de los viejos guanches, destacando las Cuevas de Los Guanches y la estación de cazoletas y grabado soliforme del Pico de Yeje. Tras la conquista de la isla se repartieron tierras en Masca, especialmente entre canarios y guanches, destacando el caso del Mencey de Adeje. Su ailamiento le ha favorecido para preservar una herencia guanche significativa; toponimia (Aca, Acara, Chabique, Chagüido, Cherfe, Guergue o Yeje), léxico, modos de vida, costumbres y tradiciones.

 Roque Tarucho y su leyenda

Con sus 1051 metros del altura, el Roque Tarucho domina el entorno de Masca pudiendo contemplarse desde su cima tanto la vecina isla de Gomera como La Palma. En el siglo XIX, el intelectual tinerfeño José A. Alvarez Rixo lo describe como "un disforme cerro, el cual conserva el nombre guanche de Tarucho, cuya extraordinaria configuración admira al que le ve la vez primera, porque parece amenazar aquel recinto: pero en todas las convulsiones de esta Islas se ha mantenido como los demás fundamentos de ella: y su parte inferior, que es la que puede serlo, está industriosamente cultivada. Cuando se levanta el sol a sus espaldas, es dignísimo de ser observado por cuantos aficionados a la pintura se recrean en ver los juegos y caprichos que la naturaleza forma con los claros oscuros en particulares posiciones". 

En 1980, los investigadores Jose Manuel Espinel Cejas y Francisco García-Talavera Casañas, recogieron de octogenarios de Masca la creencia de sus mayores que, cuando ellos eran pequeños, les aseguraban que el Tarucho estaba amarrado con una soga de junco pues podía caerse. En consecuencia, les explicaban que todos los años durante las fiestas le cambiaban la soga. Por su parte, esta idea también la recogía en un romance Doña Bernarda Díaz (82 años de edad en 1980) que consideraba “cosa de los viejos de antes”: 

 «Tarucho está amarrado con una soga de junco
 y todos los años le enseñan la soga 
y no les enseño el lazo porque soy ciega 
y por detrás está amarrado a una sabina.» 

Como bien señalaron los mencionados investigadores, en esta leyenda probablemente ya reducida a “cosa de risa” a finales del siglo pasado, se aprecian ecos de lo que pudo ser la creencia animista bien documentada del culto a las cimas entre las antiguas poblaciones amazighes tanto de Canarias como del Continente. 

Vista del Tarucho desde la Ermita de Masca construída en el siglo XVIII.
Foto: Ayuntamiento de Buenavista del Norte.

El culto a las cimas podría relacionarse con la creencia en el Axis Mundi, común en numerosos pueblos de la antigüedad de cultos animistas. Se trata de la creencia en la existencia de puntos de conexión entre el cielo y la tierra. Considerados el “centro del mundo” suelen tener forma de algo natural (montaña, árbol, fuego o tallo) aunque también artificiales (torre, pilar, cruz, campanario, cuerda, aguja…). Sin embargo, el axis mundi es una idea por lo que no existe una contradicción por estar representada en múltiples lugares. Esto podría explicar el temor a que estas elevaciones, cuando se trataba de roques, cayeran pues serían el soporte del mundo. Esta concepción animista quedó bien documentada en la isla de La Palma en relación al Roque de Idafe: 

«Y tenian tanto temor no cayese y los matase, que no obstante que aunque cayera no les podia dañar por estar las moradas de ellos muy apartadas; por solo el temor acordaron que de todos los anímales que matasen para comer diesen aYdafe (...) » 

                                                                                                Abreu Galindo (1590)


Significado de Tarucho 

Espinel Cejas y García-Talavera propusieron la traducción de “ésta se cae” sin citar la procedencia. Trapero propone que pudiera ser un compuesto de taro + el sufijo despectivo español. Sin embargo, se decanta por ser un topónimo enteramente guanche al tratarse de un roque. Taro es un canarismo en desuso propio de Tenerife pero vigente aún en Lanzarote y Fuerteventura, sin embargo como veremos, podría guardar relación. 

Definición



          Taro


1. Armazón hecho con cuatro cuerdas pendientes del techo de la casa, que sirve de sostén a tres o cuatro andamios o cañizos sobrepuestos y que se usaba especialmente para curar los quesos.

2. Torre circular de piedra seca y sin argamasa, que se usaba para conservar las legumbres, curar los quesos, refugiarse el pastor, etc., o bien para vigilar desde los sitios altos.

Fuente: Diccionario Histórico del Español de Canarias


Dibujo: Miguel Ángel Brito.

Sorprende que este sentido guarde relación con las cuerdas que sostienen, lo que nos hace preguntarnos ¿Es la tradición la que explica el nombre de nuestro roque o a la inversa? ¿La leyenda es precolonial o producto de una etimología popular más reciente por parecido al término taro

Taro es considerado por el DHEC como de "posible origen prehispánico" ya que puede haber dudas razonables. Sin embargo, como ya señaló Ignacio Reyes García, la lingüística comparada con el amazigh continental nos aporta un término coherente para dilucidar la etimología de taro. A partir de la raíz R-W, encontramos una voz vigente en el dialecto tuareg de tawəlləmmət de los iwəlləmmədan: 

 aṛǎwa  plu. iṛǎwatǎn

'Cuerda o tira delgada de cuero, correa (p. ej. atadura o sujeción el tambor)'

tǎṛawit  plu. šiṛiwa 

'cuerda de cuero' 

Fuente: Dictionnaire Touareg – Français (Níger). Prasse, K-G.


En nuestra opinión, lo mismo ocurre con Tarucho pudiendo ser la leyenda la confirmación de la etimología. El posible sufijo -ucho podría deberse también a una palatización de la T final que, aunque sea un cambio fonético menos frecuente que el aplicado al demostrativo inicial, parece estar presente en algunos otros topónimos del país como los gomeros Tagamiche, Taganche o Tagulache. 

Conclusión 

Salvo honrosas excepciones, las fuentes orales han sido tradicionalmente despreciadas por los investigadores. Como resultado, las pesquisas etnográficas puntuales realizadas en las últimas décadas parecen vislumbrar un panorama desolador pues nos hacen inferir las múltiples leyendas de la oralidad que agonizan o deben haberse perdido definitivamente. Como en esta ocasión, estas pueden ser útiles para trabajar en hipótesis como la nuestra que ayudan a interpretar un topónimo y una posible continuidad de concepciones animistas en la cultura popular. En cualquier caso, estas notas no dan por concluido el estudio sobre Tarucho y su leyenda. 

Quisiéramos agradecer al historiador Marcos Reyes Díaz habernos mostrado el topónimo e infundido el interés por el mismo. 

 REFERENCIAS: