IẒUṚAN. Abordar
la timmuzgha, 'amazighidad' o berberitud desde el desconocimiento es una irresponsabilidad recurrente en
nuestra sociedad. Reflexionar y debatir sobre la misma es más que un capricho,
es necesario para descubrirnos a nosotros mismos. Pero resulta una quimera
cuando partimos de unos presupuestos sustentados por tópicos y prejuicios.
Desde IẒURAN intentamos rentabilizar la oportunidad que nos brinda la red para
difundir el mundo cultural amazigh, sobre todo la especial y única variante que
constituye la de nuestro Archipiélago.
Así contribuimos a la difusión de la cultura amazigh entre la sociedad canaria
devolviendo de esta manera un patrimonio que es legítimamente suyo. Para ello
estimulamos el interés y la indagación por nuestras raíces más allá del
mercantilismo político o comercial.
Si
algo debemos reseñar para los que están en el punto de partida de esta aventura
es qué supone la amazighidad
como hecho cultural. No podemos entender este mundo desde bases monolíticas y
homogéneas tan habituales en las culturas hegemónicas. La riqueza y la variedad
son tan amplias como la extrema variedad geográfica que presentan los
territorios de la vieja Tamazgha, es
decir, los territorios históricos de los pueblos amazighes en el Norte de
África. Desde la costa mediterránea, pasando por los extensos bosques de la
cordillera del Atlas con sus nevadas cumbres, sin olvidar las asirocadas
estepas e inmensos desiertos hasta nuestras volcánicas ínsulas atlánticas. Unas
realidades muy diferentes que siembran, partiendo de una base común, una
riqueza formidable para el vasto universo amazigh. En consecuencia no es de
extrañar que podamos hablar indistintamente de culturas amazighes, todas ellas
con mayor o menor grados de mestizaje e influencias externas.
Mujer amazigh continental muele el grano con molino de mano en su cueva. |
Las
conclusiones parecen claras más allá de concepciones políticas o identitarias
determinadas. La cultura amazigh engendra en la diversidad regional y nacional especificidades
culturales y étnicas propias, espacios culturales particulares que dotan a sus
pueblos de una identidad amazigh específica y que configura una pieza
valiosísima de ese puzle común. En el caso de Canarias, donde el desarrollo de
la cultura amazigh isleña fue toscamente cercenado por la colonización europea, nos encontramos con una creciente voluntad social de reconciliación
con esa vieja y profunda raíz. Para nosotros no se trata desde luego de revivir
artificialmente un pasado mítico ya extinto excluyendo la configuración de la
canariedad actual. Por fortuna la realidad es más compleja y menos tremendista.
Con
todo las Islas Canarias cuentan con una amazighidad específica, particular y
única en el puzle amazigh. Pero hay
riesgos provenientes una vez más del desconocimiento. Como por ejemplo sería un
error encerrar la cultura amazigh de las Islas y su estudio en la burbuja
insular o archipielágica. Asimismo tropezaríamos en la misma piedra al importar acríticamente elementos continentales
específicos como propios.
Es
evidente que para seguir avanzando en la indagación de nuestro pasado tenemos
que prescindir de la burbuja insular como ya están empezando a comprender los
mismos investigadores a pesar de los condicionantes del mundo académico y político cultural en las
Islas. Y es que en el Continente aún podemos hallar piezas que completen
nuestro puzle y viceversa. Ejemplos claros lo constituye la lingüística
comparada con larga tradición en las islas, sin la cual nos resultaría imposible
la interpretación de no pocos vocablos ínsuloamazighes, ayudando a la
identificación etimológica del aporte amazighe al español de Canarias. Pistas
que podemos extender a la interpretación
de numerosas costumbres y tradiciones isleñas vigentes o extintas. Sin embargo,
la historia nos exige rigurosidad y respeto a la hora de trabajar en la
revitalización de nuestro legado más ancestral. La improvisación, las medias
verdades y la importación acrítica de rasgos culturales solo irán, a la larga,
en perjuicio de esta idea.
La
amazighidad canaria
En las últimas décadas asistimos al
redescubrimiento de un patrimonio conformado por reminiscencias culturales de
origen amazigh radicadas en lo más hondo de la cultura popular. Si bien
fosilizadas y en su mayor parte agonizantes, o recientemente extinguidas,
constituyen una valiosa fuente de reconciliación. Hablamos de reconciliación,
efectivamente. Se trata de conciliarnos con nuestras raíces como pueblo que nos
enraízan en este terruño más allá de medio siglo, milenios. Entonces ¿hasta qué
punto hablamos de una cultura ‘extinguida’ y ‘mítica’? Sus huellas fosilizadas, o no, han seguido conformando un ingrediente sugerente de la cultura popular
canaria. Una toponimia abundante, un léxico destacable en el español de
Canarias, una serie de tradiciones orales, deportivas, culturales,
gastronómicas, musicales, modos de vida, etc., provienen de esa herencia nativa.
Algo que a bote pronto podría estimarse como un conjunto de pervivencias residuales,
pero que si analizamos fríamente valorando la limitada extensión del territorio
y el dilatado periodo de colonización resulta inédito.
Si bien no tratamos de ‘volver a la
cueva’ –a pesar de lo agradable de este tipo de viviendas en algunas comarcas
de las Islas- sí es cierto que buscamos integrar nuestra herencia cultural. Los
avatares políticos de Canarias han generado hasta el día de hoy una persecución
y posterior desprecio de todo rasgo no bendecido por la cultura castellana,
católica y europea. Este hecho ha dado lugar a una cultura de la ocultación
también denominada por los antropólogos como ‘cultura de resistencia’ en el
seno de una canariedad que combina, mediante una marcada estratificación cultural, la raíz
amazigh de las clases subalternas con elementos
ibéricos y criollos caribeños. Estos últimos siempre gozaron de la tolerancia y
el reconocimiento del que no disfrutó la nativa. Y es por ello que consideramos
que el reconocimiento y dignificación de nuestra raíz más ancestral nos
conciliará con nosotros mismos.
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