Achek n Teneré en 1971. © Peter Krohn |
IẒUṚAN. En el corazón del gran desierto del Sáhara, una de las zonas más infértiles del mundo, sin nada vivo en 400 kilómetro de perímetro resistía un árbol. Allí en medio de la nada, vivía el Árbol del Teneré o ‘Achek n Teneré’ en lengua amazighe. Sobrevivió hasta que un conductor borracho destruyó ese milagro de la madre naturaleza. Se trataba de una acacia (quizás Acacia raddiana o Acacia tortilus), y fue durante muchos años el árbol más solitario y aislado del planeta. Era el único a 400 kilómetros a la redonda y era un punto de referencia para las caravanas tuaregs que cruzaban la inmensa región del Teneré, en el norte del estado de Níger. Era el último sobreviviente de algún pequeño monte o bosque que creció en esa zona desértica en tiempos más húmedos.
En 1939, el francés Michel Lesourd, comandante de la región, quiso saber cómo hacía el árbol para sobrevivir, así que cavó un pozo cerca del árbol. Cuál fue su sorpresa cuando descubrió que a 36 metros de profundidad las raíces llegaban a un manto freático. El comandante dijo del árbol, cuando lo vio:
Uno debe ver el árbol para creer en su existencia. ¿Cuál es su secreto?, ¿cómo pudo sobrevivir a pesar de las multitudes de camellos que pasaban a su lado?, ¿cómo ningún azahari permitió que algún camello comiera sus hojas y espinas?, ¿Por qué ningún tuareg que dirigía las caravanas de sal, cortó sus ramas para encender fogatas, y hacer su área? La única respuesta es que el árbol es tabú y es considerado como tal por los caravaneros. Hay un tipo de superstición, una orden tribal, que es siempre respetada. Cada año los azahari se reúnen alrededor del árbol antes de afrontar el cruce del Teneré. La acacia se ha convertido en un faro viviente: es el último punto de referencia para los azahari que dejan Agadez para ir a Bilma o para regresar.
Foto tomada por Lesourd en 1939. |
La caída del árbol
En la época de los automóviles, el árbol sufrió un choque en 1959 que lo dejó en mal estado, pero sobrevivió. Pero en 1973 un chofer ebrio lo derribó por completo. Fue trasladado ya muerto al Museo Nacional de Níger en Niamey. Y en donde había sobrevivido tanto tiempo plantaron una estructura metálica representando al milagro ya desaparecido que era el Árbol del Teneré.
El explorador francés Henry Lhote dijo estas palabras a raíz de encontrarlo en mal estado en 1959:
Anteriormente, este árbol era verde y con flores; ahora es un árbol espinoso, sin color y desnudo. No puedo reconocerlo: tenía dos troncos distintos, ahora solo hay uno, más bien con un golpe en el lado que un corte a un metro del suelo. ¿Qué le sucedió a este pobre árbol?. Simple, un camión que se dirigía a Bilma lo golpeó... Pero tenía suficiente espacio para esquivarlo... El tabú, el árbol sagrado, el único a quien ningún nómada osó haber herido con sus propias manos... este árbol ha sido víctima de un golpe mecánico...
Foto del árbol en 1961:
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