24 nov 2008

De Arqueología Canaria: ¿Aborígenes, indígenas, prehispánicos?

Indígenas de Gran Canaria. Torriani 1592
  • El término 'aborigen' se ha seguido empleando en el lenguaje académico y popular a pesar de que tal denominación no es correcta.
  •  Los primeros pobladores de Canarias proceden del norte de África por eso no pueden ser catalogados como aborígenes
  •  El término 'aborigen' tiene un carácter peyorativo y discriminatorio.
  •  El término 'indígena' es, etimológicamente, el más correcto para los antiguos pobladores de Canarias.
  •  El término 'prehispánico' entronca con la propia naturaleza del discurso nacionalista del régimen franquista.


A. José Farrujia de la Rosa. Tras el redescubrimiento de las Islas Canarias en el siglo XIV, los indígenas canarios fueron catalogados por el “pensamiento occidental” como bárbaros o infieles, pues éstos eran objeto de evangelización, esto es, de asimilación, de grado o por fuerza, a través de la cristianización forzosa. De esta manera, quedaba así legitimada la conquista, colonización y evangelización de las islas y de sus moradores. Téngase presente, en relación con esta visión etnocéntrica, que la construcción de la identidad va asociada a la sensación de control, de poder, de diferencia moral, de superioridad sobre los fenómenos de la naturaleza humana y sobre los otros. Y los que supuestamente no tienen esta sensación son considerados, simplemente, como primitivos, salvajes, no tan humanos.

El concepto salvaje, en este sentido, esconde una clara y absoluta relación discriminatoria opresiva y despectiva que dio el conquistador al conquistado. La diferencia mayor entre hombre y naturaleza consiste, precisamente, en que el primero es un ser dotado de razón, voluntad y conciencia con capacidad de trabajo racional sistemático planificado, mientras que el segundo es un ser más de la vida natural, desprovisto de inteligencia, que sirve tan solo para el trabajo físico. En términos hegelianos no es sino una extensión del sector no espiritual del universo.

Con posterioridad, una vez incorporadas las Islas Canarias a la Corona de Castilla, la conquista y la colonización generaron la presencia de una población multiétnica en el archipiélago. Paralelamente, la intervención de la Iglesia católica romana propició que los nativos canarios fuesen considerados como seres humanos, hecho que implicaba que los cristianos debían aceptar que los indígenas canarios eran también descendientes de Adán y Eva y, por tanto, originarios del Próximo Oriente. Así, entre los siglos XV y mediados del siglo XIX, los distintos estudiosos especularon si los indígenas canarios podían ser descendientes de los iberos, cartagineses, israelitas, cananeos o incluso de los tartesios, mientras que escritores todavía mucho más imaginativos afirmaban que eran los descendientes de los supervivientes de la Atlántida.


¿Aborígenes?


A partir de finales del siglo XIX, la práctica totalidad de los autores que se dedicaron al estudio arqueológico y antropológico de los indígenas canarios se refirieron a ellos, de forma genérica, con el término aborigen, independientemente de cuál fuese la cuna de origen propuesta y el hipotético momento de su arribada a las islas1. El término aborigen se ha seguido empleando hasta la actualidad, generalizándose su uso en el lenguaje académico2 y popular, a pesar de que tal denominación no es correcta para el caso canario por diversas razones.


En primer lugar, porque con el término aborigen se hace referencia a las poblaciones que están en un lugar desde los orígenes, que son originarios del suelo en que viven. Por tanto, si tenemos presente que los primeros pobladores de Canarias proceden del norte de África, no pueden ser catalogados como aborígenes una vez asentados en las islas. Tales poblaciones fueron aborígenes en su punto de origen africano, pero no en Canarias.

En segundo lugar, con el término aborigen se designa a los que son originarios de un país o territorio, por oposición a los que se han establecido posteriormente. Por consiguiente, los primeros pobladores de Canarias fueron oriundos (del latín oriri unde, traer origen de alguna parte) del norte de África, y sus descendientes serían indígenas (del latín inde geniti, engendrados allí) canarios.


Y en tercer lugar, no debemos perder de vista que el término aborigen tiene un carácter peyorativo, discriminatorio, pues mantiene presente el discurso neocolonial y las relaciones sociales de dependencia económica, social, política y cultural de los conquistados en relación con los conquistadores. El término, además, está asociado con seres que aún no han llegado al estadio de la “civilización” e implica la infravaloración de la identidad e historia de sociedades a las que se considera diferentes e inferiores.


Indígenas.

Indígenas gomeros
Por consiguiente, el término indígena es, etimológicamente, el más correcto y menos discriminatorio para definir a los antiguos pobladores de Canarias, pues con él se hace referencia a las personas nacidas en un lugar, independientemente del momento cronológico en que esto acontece3, pero en el caso canario dentro de la Prehistoria4. El término indígena tiene un carácter descriptivo-objetivo y es, a la vez, una categoría etimológica y semánticamente correcta. Sin embargo, fuera del ámbito de la Arqueología, y en el caso de las sociedades contemporáneas, el término indígena se emplea para identificar a los grupos étnicos, lingüísticos o raciales que tienen una continuidad histórica con las sociedades anteriores a la invasión y que tienen la determinación de preservar, desarrollar y transmitir a futuras generaciones sus territorios ancestrales y su identidad étnica como base de su existencia continuada como pueblo, de acuerdo con sus propios patrones culturales, sus instituciones y sus sistemas legales. El término indígena tiene un carácter descriptivo-objetivo y es, a la vez, una categoría etimológica y semánticamente correcta.

Sin embargo, fuera del ámbito de la arqueología, y en el caso de las sociedades contemporáneas, el término indígena se emplea para identificar a los grupos étnicos, lingüísticos o raciales que tienen una continuidad histórica con las sociedades anteriores a la invasión y que tienen la determinación de preservar, desarrollar y transmitir a futuras generaciones sus territorios ancestrales y su identidad étnica como base de su existencia continuada como pueblo, de acuerdo con sus propios patrones culturales, sus instituciones y sus sistemas legales. Este es el caso, por ejemplo, de las comunidades indígenas de América Latina.

 En el caso canario, esta continuidad histórica entre las sociedades indígenas precoloniales y postcoloniales existió desde el punto de vista biológico, pero no desde el punto de vista socio-cultural, pues el proceso de aculturación desarrollado en Canarias a raíz de la conquista supuso la progresiva destrucción de los valores sociales y culturales de la sociedad indígena, el denominado etnocidio, pero no así la destrucción biológica, pues estimaciones recientes indican que en torno a un 10% de la población indígena se incorporó a la nueva sociedad resultante de la conquista. 

No perdamos de vista al respecto que la economía canaria pasó a caracterizarse a partir de entonces por un modelo de crecimiento agrario, inscrito a su vez en el marco de una economía atlántica e internacional. Ello dio pie al desarrollo de una economía dependiente y periférica desde el siglo XVI, así como de una sociedad colonial.

 Por consiguiente, mientras que en Canarias el concepto indígena se emplea para designar a sociedades "fósiles", arqueológicas, en el caso americano la realidad es bien distinta y la significación del concepto trasciende a la contemporaneidad. Por tanto, el concepto indígena, aplicado al caso canario, lleva implícitamente una clara connotación temporal: hace referencia a las poblaciones insulares presentes en las islas desde el primer poblamiento del archipiélago hasta su redescubrimiento en el siglo XIV por los europeos, momento a partir del cual comenzaron a quebrarse las bases del mundo indígena.



 EL EJEMPLO AUSTRALIANO. Otra realidad histórica que refuerza la idoneidad del concepto indígena para el caso canario la encontramos en el ámbito australiano, es decir, en otro territorio insular. En este contexto la palabra aborigen aparece en inglés desde al menos el siglo XVII y ha sido usada para describir a sus pobladores indígenas ya desde el año 1789. Pronto se convirtió en un nombre propio y se empleó para referirse a todos los indígenas australianos. Sin embargo, como nombre ha adquirido connotaciones negativas, incluso despectivas entre algunos sectores de la propia comunidad indígena, que lo ven como poco sensible e incluso ofensivo. Durante un tiempo se pensó que la expresión más aceptable y correcta era "Australian Aborigines", aunque también ésta luego tendió a evitarse por las asociaciones históricas hechas con el colonialismo. Actualmente, la expresión indígenas australianos ("Australian Indigenous") es la que ha ganado más aceptación, particularmente desde los años 80 del siglo XX.


¿PREHISPÁNICOS? 

 
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Otro concepto igualmente erróneo y generalizado en el lenguaje académico -y por ende en el lenguaje popular- es prehispánico. Tal denominación se comenzó a aplicar en la Arqueología canaria durante el franquismo para designar el periodo histórico comprendido desde el primer poblamiento de las Islas Canarias hasta la anexión de las mismas por la Corona de Castilla. El término fue introducido en el ámbito canario por Julio Martínez Santa-Olalla, un autor falangista afín al régimen y, de hecho, tal denominación lleva implícita toda una carga ideológica, pues con ella se reforzaba la vinculación de Canarias con la identidad y nación hispana, al tiempo que la identidad cultural precedente se anulaba, cobrando ésta sentido sólo en función del aporte hispano. 

Baste recordar que, por esas fechas, la lectura nacionalista de la Prehistoria canaria se tradujo en la vinculación de los indígenas canarios con las culturas ibero-mauritana e ibero-sahariana, cuya cuna de origen se ubicó en el Sahara Español. Es decir, con tal denominación, la cultura indígena existente antes de la conquista y colonización de las islas era simplemente prehispánica, anterior al aporte civilizador español, aspecto éste que implicaba la infravaloración del propio bagaje cultural canario y, por ende, del bagaje norteafricano de los primitivos isleños (de raigambre líbico-bereber), el cual encontraba sentido a partir de un marco de referencia español. La denominación, por tanto, obedece a un criterio seudohistoricista y no a una realidad objetiva per se.


El término prehispánico tampoco puede aplicarse para designar la fase final de las culturas canarias, es decir, el periodo comprendido entre el redescubrimiento de las islas por los españoles y europeos y la desaparición de la cultura indígena, pues habría que presuponer que la cultura indígena desaparece, repentina e irremisiblemente, tras la conquista y colonización de las islas, algo que no parece haber sucedido. Asimismo, de todos es sabido que el redescubrimiento de las islas no fue una tarea exclusivamente hispana (intervinieron también genoveses, normandos, etc.), por lo que el término prehispánico, empleado para definir ese periodo, también es incorrecto a todas luces.


El uso del concepto prehispánico durante el franquismo, por tanto, pone de manifiesto la existencia de una clara intencionalidad significativa -en el ámbito conceptual- que entronca, obviamente, con la propia naturaleza del discurso nacionalista del régimen franquista. El lenguaje, al ser una creación subjetiva o intersubjetiva, es un medio de transmisión del pensamiento y un instrumento a través del cual los sujetos exponen su concepción del mundo. Es decir, la infraestructura metahistórica lleva implícita una explicación por implicación ideológica. Por consiguiente, el uso hoy en día del concepto prehispánico es erróneo y lleva implícita una carga ideológica que, paradójicamente, ningunea la realidad cultural de las sociedades indígenas canarias objeto de estudio.


EN SÍNTESIS. La desafortunada pervivencia en el lenguaje académico -y por ende popular- de conceptos como prehispánico o aborigen, pone de manifiesto que su uso ha estado en función de lo que se ha aprendido, de lo que se ha visto, de lo que se admite como probable y de lo que se postula. Y todo ello ha acontecido en un contexto científico en el que la reflexión teórica y conceptual ha sido prácticamente inexistente. El empleo de ambos conceptos en el ámbito de la Arqueología canaria es, por tanto, erróneo. En el caso concreto del concepto prehispánico, su incongruencia no radica exclusivamente en el hecho de que sea una herencia del franquismo sino, además, en el hecho de que tal concepto no describe una realidad objetiva per se y en que es excesivamente reduccionista desde el punto de vista crono-cultural.


 *A. José Farrujia de la Rosa (Sociedad Española de Historia de la Arqueología)


Bibliografía.


ANKERSMIT, F. R.: 2004. “Historiografía y postmodernismo”. Historia Social, 50, pp. 7-23.

FARRUJIA DE LA ROSA, A. J.: 2004. Ab Initio (1342-1969). Análisis historiográfico y arqueológico del primitivo poblamiento de Canarias. Sevilla, Artemisa Ediciones, Col. Árbol de la Ciencia, vol. 2.

FERNÁNDEZ MARTÍNEZ, V. M.: 2005. Una arqueología crítica. Ciencia, ética y política en la construcción del pasado. Barcelona: Editorial Crítica.

GREEN, L. F.: 2008. “Indigenous Knowledge and Science: Reframing the Debate on Knowledge Diversity”. Archaeologies. Journal of the World Archaeological Congress. Vol. 4, nº 1 (April), pp. 144-163.

PÉREZ GUARTAMBEL, C.: 2006. Justicia indígena. Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Cuenca. Colegio de Abogados del Azuay. Ecuador.

TRIGGER, B. G.: 1992. Historia del pensamiento arqueológico. Barcelona: Editorial Crítica.



NOTAS.

1. Es ilustrativo al respecto el título del libro de Carlos Pizarroso y Belmonte, publicado en 1880: Los Aborígenes de Canarias.

2. Son ilustrativos al respecto los títulos de los siguientes libros: Los Aborígenes (1988), obra de Arco Aguilar y Navarro Mederos; Los aborígenes canarios. Gran Canaria y Tenerife (1990), de González Antón y Tejera Gaspar; o Los aborígenes y la Prehistoria de Canarias (2002), de Mederos Martín y Escribano Cobo.

3. En relación con los matices cronológicos y culturales del término indígena, así como con la propia evolución histórica del término, puede consultarse la obra de Carlos Pérez Guartambel, Justicia indígena (2006).

4. Otra reflexión teórica y conceptual necesaria en el ámbito de la Arqueología Canaria es la relativa al empleo de los conceptos Prehistoria y Protohistoria para designar el período indígena previo al redescubrimiento de las islas por los europeos en el siglo XIV. El objetivo de este trabajo no pasa por incidir en esta disquisición.

5. Son ilustrativos al respecto los títulos de los siguientes libros: La población prehispánica de las Islas Canarias (1963), de Schwidetzky Rösing; o La Palma prehispánica (1977) de Hernández Pérez. Asimismo, la colección editada entre 1992 y 2004 por la Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias y por la Dirección General de Patrimonio Histórico, integrada por monografías dedicadas al estudio de la Prehistoria Canaria, lleva por título: Estudios prehispánicos.


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