Amazigh del Atlas marroquí contempla las primeras lluvias del otoño. Foto. Hakim Zoufri |
IẒUṚAN. La ordenación del tiempo es una necesidad humana desde la más remota antigüedad ya que de ello dependía la supervivencia. El control de las estaciones fue y es fundamental para la organización de la economía agrícola y ganadera. Sin calendarios impresos ni establecidos el ser humano tomó referencias astronómicas como señales inequívocas para clasificar los ciclos y periodos. Así no resulta extraordinario el hecho de que todo pueblo antiguo de economía agroganadera, como es el caso de los indígenas canarios y otros pueblos bereberes, fueran poseedores de importantes conocimientos astronómicos.