Gran Canaria dibujada por el ingeniero y cronista italiano Leonardo Torriani en 1590 |
Este artículo de Ignacio Reyes García pretende arrojar algo de luz en la oscuridad que enturbia las viejas denominaciones de la isla de Gran Canaria. ¿’Canaria’ es una denominación latina o amazigh? ¿’Tamarán’ es un invento? es sobre los aspectos principales que reflexiona este investigador canario.
Ignacio Reyes García*. Han transcurrido casi dos mil años desde que Cayo Plinio Secundo (23-79), llamado El Viejo, escribiera su imponente Historia Natural. La obra, compuesta por 37 libros en los que aborda, por ejemplo, cuestiones de zoología, botánica, medicina o bellas artes, recoge también entre sus descripciones geográficas algunas noticias acerca de ciertas islas atlánticas. A una de ellas le asigna el nombre de Canaria, según el informe que vertiera una expedición enviada a la zona por Juba II, el erudito Rey de Mauritania que vivió en el siglo primero antes de nuestra Era.
La verdadera etimología del término Canaria todavía se desconoce. Cierto que el insigne escritor y político latino relaciona esta denominación insular con la presencia de "gran número de perros de enorme tamaño, de los cuales le fueron llevados dos a Juba" (VI, 31). Además, insiste en esta definición cuando habla de la tribu de los canarios, que ubica en la vertiente oriental del Atlas Medio marroquí, al norte del río Ger: "Los que habitan las regiones más próximas llenas de elefantes, fieras y serpientes de todo tipo, son llamados canarios, puesto que su régimen no se distingue del de los perros y comparten con estos animales las entrañas de las fieras" (V, l).
Por otro lado, la presunta afinidad del nombre de la isla de Gran Canaria con el de la tribu africana fue sugerida ya por el historiador Juan de Abreu Galindo, el supuesto franciscano andaluz, que redactó una valiosa Historia de la Conquista de las Siete Islas de Canaria en la segunda mitad del siglo XVI. La hipótesis carece, hasta el momento, de pruebas científicas suficientes que la avalen, pero alienta una línea de investigación cada día más fecunda. Veamos algunos ingredientes filológicos que apuntan en esa dirección.
Como queda dicho, es evidente que nos podemos permitir serias dudas acerca de una eventual ascendencia latina del tema canario. Así las cosas, una alternativa razonable demanda considerar la identidad idiomática de esta tribu para explicar su gentilicio, del que sus portadores no ofrecen, sin embargo, un origen seguro. Estos canarios continentales habitan la región de Tafilelt, una comarca meridional del actual Reino de Marruecos, integrada por un conjunto de oasis que riega el río Ziz, al norte de ese otro río citado por Plinio, el Ger (o Guir), reconocido por la expedición militar que en el año 42 de nuestra era comandó el general romano Suetonio Paulino. Pero también se les encuentra en lo que hoy constituye la República del Níger, en el ámbito noroccidental del lago Chad.
En ausencia de una tradición nativa, bien continental o bien insular, que explique el significado del etnónimo canarios, necesariamente hemos de acudir a informaciones indirectas para ensayar una solución, siempre dentro del dominio amazighe que elegimos aquí como premisa mayor. La clave de la interpretación que vamos a presentar nos vino dada por un autor que ha sido objeto de no pocas críticas, el naturalista lagunero Manuel de Ossuna y Saviñón (1809-1846). En el primer tomo de su Resumen de la Jeografía Física y Política y de la Historia Natural y Civil de las Islas Canarias, editado en Santa Cruz de Tenerife por el año 1844, dice de la isla de Gran Canaria y de sus habitantes que "eran benévolos y afables, como los ya conocidos, altos de cuerpo y bien formados, y más blancos que los de las otras islas conquistadas. De ellos se supo que la isla se llamaba Tamerán, que quiere decir país de los valientes" (I, 49).
Casi inmediatamente después de publicada la obra de Ossuna, el historiador portuense José Agustín Álvarez Rixo (1796-1884) discute ya esa identificación de Tamerán con un supuesto 'país de los valientes'. Su versión del topónimo, que ha hecho fortuna incluso en nuestros días, traduce aquí 'tierra o país de la palma (datilera)'. Únicamente el historiador austríaco Dominik J. Wölfel (1888-1963) se atrevió a sugerir una explicación que concuerda poco más o menos con la reseña de Ossuna, a través del nombre verbal tamara (plural: timariwin), que en los dialectos tuaregs (tahaggart, tayert y tawellemmet occidental y oriental) designa a la 'persona notable o considerable (por su poder, influencia, nobleza o riqueza)', así como la 'fuerza, potencia o capacidad de acción'. En consecuencia, si fuera cierto que los habitantes canarios de la isla de Tamerán se tenían por 'personas valientes o fuertes', ¿quiere eso decir que el gentilicio continental que se les atribuye tiene algo que ver con esta característica? Exploremos brevemente esa posibilidad.
Con estos elementos de análisis, parecen tangibles dos conclusiones preliminares. En primer lugar, la naturaleza amazighe del gentilicio canario, forma latinizada de un primario ekanar restituido con el sentido literal de 'frente' y, en una acepción más extensa, con el de 'vanguardia' o 'valiente'. Y, además, aunque con carácter aún muy tentativo, la presencia en la isla de Gran Canaria de esta antigua tribu continental, hecho que, por supuesto, debe aguardar todavía la comparecencia de mejores pruebas arqueológicas, históricas, antropológicas y lingüísticas.
Ignacio Reyes García*. Han transcurrido casi dos mil años desde que Cayo Plinio Secundo (23-79), llamado El Viejo, escribiera su imponente Historia Natural. La obra, compuesta por 37 libros en los que aborda, por ejemplo, cuestiones de zoología, botánica, medicina o bellas artes, recoge también entre sus descripciones geográficas algunas noticias acerca de ciertas islas atlánticas. A una de ellas le asigna el nombre de Canaria, según el informe que vertiera una expedición enviada a la zona por Juba II, el erudito Rey de Mauritania que vivió en el siglo primero antes de nuestra Era.
La verdadera etimología del término Canaria todavía se desconoce. Cierto que el insigne escritor y político latino relaciona esta denominación insular con la presencia de "gran número de perros de enorme tamaño, de los cuales le fueron llevados dos a Juba" (VI, 31). Además, insiste en esta definición cuando habla de la tribu de los canarios, que ubica en la vertiente oriental del Atlas Medio marroquí, al norte del río Ger: "Los que habitan las regiones más próximas llenas de elefantes, fieras y serpientes de todo tipo, son llamados canarios, puesto que su régimen no se distingue del de los perros y comparten con estos animales las entrañas de las fieras" (V, l).
Salvo la opinión de Plinio El Viejo, no
existe ninguna otra referencia antigua en los textos clásicos que acredite esta
significación animal. Su relato contiene algunos otros nombres insulares, como Pluvialia, Planasia o Ninguaria,
que claramente tienen su origen en ciertas características naturales observadas
en estos territorios isleños. Una sencilla formulación etimológica que, en
ocasiones, pretende imitar a través de la creación de significados basados en
presunciones imaginarias, como creemos que sucede con Canaria y los canarios.
Por otro lado, la presunta afinidad del nombre de la isla de Gran Canaria con el de la tribu africana fue sugerida ya por el historiador Juan de Abreu Galindo, el supuesto franciscano andaluz, que redactó una valiosa Historia de la Conquista de las Siete Islas de Canaria en la segunda mitad del siglo XVI. La hipótesis carece, hasta el momento, de pruebas científicas suficientes que la avalen, pero alienta una línea de investigación cada día más fecunda. Veamos algunos ingredientes filológicos que apuntan en esa dirección.
Como queda dicho, es evidente que nos podemos permitir serias dudas acerca de una eventual ascendencia latina del tema canario. Así las cosas, una alternativa razonable demanda considerar la identidad idiomática de esta tribu para explicar su gentilicio, del que sus portadores no ofrecen, sin embargo, un origen seguro. Estos canarios continentales habitan la región de Tafilelt, una comarca meridional del actual Reino de Marruecos, integrada por un conjunto de oasis que riega el río Ziz, al norte de ese otro río citado por Plinio, el Ger (o Guir), reconocido por la expedición militar que en el año 42 de nuestra era comandó el general romano Suetonio Paulino. Pero también se les encuentra en lo que hoy constituye la República del Níger, en el ámbito noroccidental del lago Chad.
Pertenecen a la vasta y antigua
comunidad étnica amazighe (o bereber,
según el peyorativo gentilicio clásico que popularizaron sus colonizadores
árabes). Estos pueblos, dispersos por toda el África septentrional, conforman
un copioso conjunto de grupos fraccionados en otros tantos dialectos y hablas.
Aunque su historia se pierde en la más remota antigüedad y han vivido durante
milenios sin conciencia de su unidad, sin embargo conservan una lengua común
que, a pesar de los condicionantes geográficos y de las poderosas influencias
externas, ha logrado subsistir con un soporte más oral que escriturario.
Por descontado, estas
circunstancias han propiciado que surjan notables variaciones de pronunciación
y de vocabulario, que contribuyen a mermar la intercomprensión entre las
diferentes realizaciones dialectales de esta lengua. No obstante, su estructura
profunda mantiene todavía una organización gramatical muy constante, incluso en
la pauta que rige sus cambios, lo que facilita el estudio de su evolución
histórica. Pero el sentido original del nombre
antiguo de una tribu rara vez llega a sortear el olvido o las recreaciones
míticas, enredado a menudo en un confuso imaginario donde no faltan lecturas
etimológicas escasamente cuidadosas.
En ausencia de una tradición nativa, bien continental o bien insular, que explique el significado del etnónimo canarios, necesariamente hemos de acudir a informaciones indirectas para ensayar una solución, siempre dentro del dominio amazighe que elegimos aquí como premisa mayor. La clave de la interpretación que vamos a presentar nos vino dada por un autor que ha sido objeto de no pocas críticas, el naturalista lagunero Manuel de Ossuna y Saviñón (1809-1846). En el primer tomo de su Resumen de la Jeografía Física y Política y de la Historia Natural y Civil de las Islas Canarias, editado en Santa Cruz de Tenerife por el año 1844, dice de la isla de Gran Canaria y de sus habitantes que "eran benévolos y afables, como los ya conocidos, altos de cuerpo y bien formados, y más blancos que los de las otras islas conquistadas. De ellos se supo que la isla se llamaba Tamerán, que quiere decir país de los valientes" (I, 49).
Nada se conoce acerca de las fuentes en
las que obtiene este informe, ignorado por las crónicas coloniales y los
estudios historiográficos más cercanos al proceso de conquista. Tan sólo, en la
descripción de los viajes realizados a la costa occidental africana por el
navegante portugués Diego Gomes de
Sintra (ca.1420 - ca.1490), se puede encontrar algún apoyo marginal para
esta noticia: "Los hombres naturales
de Gran Canaria, idólatras, son hombres corpulentos y, algunos entre ellos, se
llaman guerreros".
Casi inmediatamente después de publicada la obra de Ossuna, el historiador portuense José Agustín Álvarez Rixo (1796-1884) discute ya esa identificación de Tamerán con un supuesto 'país de los valientes'. Su versión del topónimo, que ha hecho fortuna incluso en nuestros días, traduce aquí 'tierra o país de la palma (datilera)'. Únicamente el historiador austríaco Dominik J. Wölfel (1888-1963) se atrevió a sugerir una explicación que concuerda poco más o menos con la reseña de Ossuna, a través del nombre verbal tamara (plural: timariwin), que en los dialectos tuaregs (tahaggart, tayert y tawellemmet occidental y oriental) designa a la 'persona notable o considerable (por su poder, influencia, nobleza o riqueza)', así como la 'fuerza, potencia o capacidad de acción'. En consecuencia, si fuera cierto que los habitantes canarios de la isla de Tamerán se tenían por 'personas valientes o fuertes', ¿quiere eso decir que el gentilicio continental que se les atribuye tiene algo que ver con esta característica? Exploremos brevemente esa posibilidad.
En los mismos dialectos amazighes donde
se obtuvo una congruente explicación para Tamerán, y más específicamente en las
variedades nigerianas y malíes, hallamos la voz ekanar o ekannar
(plural: ikanaran o ekannaran). La primera acepción de
este vocablo hace referencia a la 'frente' (anatómica), y un sentido compartido
por otras variantes dialectales, como en las voces agnri (plural: igenritn)
y ayenyir
(plural: iyenyiren) del Marruecos central. Pero todavía hoy, esos
dialectos del Níger occidental y de Malí (tawellemmet), extienden el alcance de
este término hasta significar el 'frente de combate'. Incluso, han creado la
forma verbal sekkenner para expresar la idea de 'conducir al frente del
ejército', concepto del que también han derivado el adjetivo verbal asakkannar
(plural: isakkannaran), 'hombre que guía la tropa al frente de combate'.
Distribución actual de las hablas del tamaceq (Dialecto amazigh de los tuaregs)
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Con estos elementos de análisis, parecen tangibles dos conclusiones preliminares. En primer lugar, la naturaleza amazighe del gentilicio canario, forma latinizada de un primario ekanar restituido con el sentido literal de 'frente' y, en una acepción más extensa, con el de 'vanguardia' o 'valiente'. Y, además, aunque con carácter aún muy tentativo, la presencia en la isla de Gran Canaria de esta antigua tribu continental, hecho que, por supuesto, debe aguardar todavía la comparecencia de mejores pruebas arqueológicas, históricas, antropológicas y lingüísticas.
*Ignacio Reyes García es Licenciado en Historia y Doctor en Filología. Articulo publicado en El Día el 30 septiembre 2000.
Cuando dicen: "En ausencia de una tradición nativa, bien continental o bien insular, que explique el significado del etnónimo canarios, necesariamente hemos de acudir a informaciones indirectas para ensayar una solución, ...." Sin embargo, en mi humilde opinión creo que de elucubrar al respecto deberían acercarse al continente y preguntar primero a ver qué dicen los actuales miembros de la tribu. Un saludo cordial
ResponderBorrarFenicios ya conocían estos archipielagos
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